Y los camareros ¿por qué no se queman con los platos?

//Y los camareros ¿por qué no se queman con los platos?

Y los camareros ¿por qué no se queman con los platos?

Todos los días a la hora de comer, los restaurantes y casas de comidas de todo el mundo se llenan de oficinistas que llevan como pueden el ardor de estómago y comen escalopes con patatas fritas por encima de sus posibilidades.

En todas esas mesas de todos y cada uno de esos restaurantes, desde tiempos inmemoriales se produce el mismo diálogo:

–       ¿“entrecó”…?

–       Para mí

–       Cuidao con el plato que quema.

Y te lo deja frente a la nariz con sus manos desnudas. Normalmente utilizando el sistema primario o reptiliano del cerebro concluyes de forma automática: “no quema tanto”. Entonces lo vas a apartar y te quemas como la madre que parió a Paneque.

¿Cuál es el secreto? Hay varias teorías pero la más sólida de ellas está relacionada con una sustancia negra que se puede encontrar bajo las uñas de los camareros. Se trata de una especie de amianto natural que segregan los mozos de mesa  (especialmente los patrios, aunque se da en todo el Mediterráneo y Latinoamérica).

Ahora es cuando el listo de las gafas dice: “también hay camareros que llevan las uñas limpias”. Correcto, mi repelente amigo, pero si es usted de buena familia y ha visitado alguna vez un restaurante de postín con los manteles de tela, las servilletas de tela y el papel higiénico de celulosa de doble capa, habrá observado que esos tipos sujetan los platos… con un paño (vuelve a por otra, enteradillo)

Hay otra cosa que me fascina de los restaurantes de postín con manteles de tela, servilletas de tela y papel higiénico de celulosa de doble capa: los cloches, campanas o cubreplatos. Esto da para otra entrada, pero dejaré en el aire esta reflexión y luego ya lo enlazo: “os habéis quedado con las llaves de mi coche (debe ser a modo de aval), no tenéis la carta traducida, el vino es absurdamente caro, el camarero se cimbrea igual que un junco hueco y he pedido un filet mignon con salsa de boletus edulis y una guarnición de espuma de hojarasca de la campiña normanda. Estoy con la mosca detrás de la oreja, así que haz el favor de no jugar conmigo, cabronazo almidonado”

By | 2014-08-14T18:59:07+00:00 agosto 14th, 2014|

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